Se trata de uno de los monumentos más importantes del valle de Colchagua y testigo privilegiado de la historia de Peralillo. La Casona Agustín Echeñique muestra la belleza de la arquitectura en las grandes haciendas de la zona central, que hoy es restaurada por la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas y que a comienzos del próximo año estrenaría nuevo rostro, dando realce al patrimonio peralillano en la Región de O’Higgins.
La Seremi de Obras Públicas de O’Higgins, Natalia Sánchez, visitó los trabajos de restauración de la Casona Agustín Echeñique junto a Alcalde de Peralillo, Fabián Guajardo, conociendo en terreno el rápido avance que ha tenido el proyecto.
“Nos alegra mucho que las obras de restauración tengan un 40% de avance y que podamos mostrar a la comunidad peralillana el compromiso que existe en el Ministerio de Obras Públicas por rescatar este patrimonio histórico de la comuna y la provincia. Esperamos continuar a este ritmo y a comienzos del próximo año entregar una Casona Echeñique con nuevo rostro”, señaló Natalia Sánchez.
Por su parte el alcalde destacó que se trata de “una tremenda obra, que tiene que ver con la recuperación de nuestro patrimonio histórico-cultural y de nuestra identidad”, puntualizando que este trabajo “nos permitirá hacer de este parque, que ya es hermoso, aún más atractivo para la comunidad y el turista que nos visita, y generaremos un plan de gestión muy interesante en torno a esta casona”.
El proyecto busca la recuperación de la Casona Echeñique incorporando el mejoramiento de los jardines interiores. Se contempla la restauración de parte del edificio, cerca de 550 m2, y una construcción nueva de 519 m2.
Historia
La Casona Agustín Echeñique fue construida en 1902, por el arquitecto paisajista francés George Henri Dubois. El inmueble constaba de un piso zócalo de piedra y ladrillo y el nivel principal en madera rellena de adobe empajado. En su construcción se usó argamasa de cemento y cal, y revoques de cal, arena y polvillo. La cubierta era de fierro galvanizado sobre entablado y costaneras, mientras los envigados de piso y cielo, de pino Oregón.
Entre los años 1967 y 1985, la municipalidad utilizó el inmueble como internado, pero tras el sismo de 1985, la estructura sufrió cuantiosos daños, obligando a cerrar el internado y quedó abandonada. Luego del terremoto de 2010, se produjo el colapso definitivo de la edificación y la necesidad urgente de recuperarla.